
Valquiria no dejes de mirame; Ides viene tras de ti, siempre contigo. No desisto al tormento entre reflejos y sombras de luces divergentes. Son conjuntos opuestos pero sin duda guardan intersecciones visibles tan sólo para el ojo que mira como el dragón, protector de santuarios. Ahora no encuentro mi cascada a proteger. Los relámpagos incendian dentro de mi imaginación como si en verdad fuese un vigía pero ya sin la fe en mi propia vista. Destino mi empresa al fracaso, Valquiria, y no hay mucho que pueda yo hacer. Permanecer, quizá, si es que no soy asesinado.

