Efigie sin hambre

Su imagen perdió color, mucho del brío prometido por quien entre lindes de acero circunscribió su propio anhelo. Coartando y serrando, más violento que en Perro Andaluz, cada una de las ilusiones que en su iris había proyectado.

Soy todavía tormenta con desastres atados a la muñeca, pero no pretendo más una reconciliación con el Cielo y su Luna. No tiendo ya arco alguno, tampoco flecha, ni siquiera comando un batallón o irgo obelisco en honor a un millón de sueños difuntos en guerra.

Sin duda, hoy el reflejo deviene en mentira. Con calce separado el sudor entre nuestros cuerpos. Abandonado el cauce compartido y nuestras identidades, antes familiares, ahora de ecúmenes distantes una de otra.

La efigie amorosa abandonó su boca, yo derroché el sueño de argonauta. Las arpías, por su cuenta, sólo cumplen con su designio. A mí también me roban la comida, pero para su mala fortuna perdí el apetito desde hace años.