Ayer le combidé a mi padre
el miedo del sacerdote casto
pero no ha hecho mucho caso
y a este mundo me ha arrojado.
Ahora ando en esta Isla
de Romanos disfrazados
y con mi espada entre los bárbaros
pretendo ser el único
que no sabe nada
ni de historia ni patrañas
cultivadas bajo el arce
a un costado de esta banca.

