Había una vez y no me acuerdo cuál era, pero la hubo, lo prometo, donde tomar café estaba prohibido. Tal vez sea ahora (lo digo mientras tomo una jarra de café con leche). Lo había dicho un doctor . . . ¿lo dijo?
La mayoría de las personas conceden certeza a sus doctores. Pero ya conocemos la maldición, mi maldición, nuestra más temida maldición. No es que no le crea a Juan, no. Por supuesto le presto la debida atención, le respeto como cardiólogo y hombre de familia, le agradezco también salvar mi vida. Infinitamente. Simplemente dejé de tener fe en la medicina, general. Sí, en la medicina, en su fin último como disciplina. La venero, pero ¿adónde llegaremos? Por el momento no me gustaría pensar la edad precisa de mi muerte. Simplemente espero no sea por un infarto ni pronto. JAJA. Bromeo, no es tragedia, tan sólo divierte pensarlo. Por lo menos he dejado el tabaco.

