Partículas de un cuerpo desmembrado inundan la habitación;
Son millones, simulan reproducirse conforme la noche
Se extiende eterna bajo mis ojos, quienes profundos de por sí
Taladran turbulencias sobre el baile catatónico de mis pupilas,
Amadas por la mirada de quien lleva corona de serpientes.
No tengo espada, filo alguno para decapitarla;
Tarde o temprano, no importa ya, virará su mirada sobre mi silueta
Y mi cristal se romperá dejando su arena amorfa.
Los granos convivirán con las partículas de aquél cuerpo
Y el universo surgirá sin explosión alguna, sin advertencia.
Yo, entonces, habré sido la nada precediendo una vida hermosa.

