El músico hablador
¡Cómo disfruta cabecear al compás de una voz legítima! ¡Cómo disfruta hablar, tras pretender escuchar, y expresar su congelada lexia! Sus cuerdas no son sino reflejos de una creación totalitaria, un fascismo disfrazado de ciclista ecologista. ¡Flautista! Muero por escuchar sus composiciones, odas onanísticas, como cada una de sus intervenciones. Que venga pues el concierto, tengo ansias de risa.

