pero mi precisión profética
equivale a la habilidad del ciego
para identificar los personajes de una nueva serie
con el televisor en silencio.
Así, cargué sobre mi soledad
un montón de hojas caídas del sicomoro
bajo el cual, en cuclillas, casi clueco,
recibo los golpes, secos sobre las mejillas,
de un sueño de verano en pleno enero.

