Proliferan lenguas lerdas
sobre páramos áridos de sangre
hecha cosecha de costra
a los que algunas llaman pantalla
otras Dios
otras Diablo
otras Nada
otras callan, simplemente
atizadas las entrañas
basta un soplo bronquítico
para hacerlas aires
ni fríos ni calientes
siquiera tibios, atérmicos,
quiescentes,
su dueño un cuerpo vacío
carcasa que se engaña torbellino
balde de agua álgida
rociada sobre rostros rapaces
como episodio de las sistemáticas
chaquetas mentales
arropándolo incluso durante el sexo.

