Como palabras
las sombras bailan sobre las hojas.
Es el juego de la locomotora,
el vicio del progreso, los artificios de la vida.
¿Qué son las palabras
sino umbrales bajo los cuales se refugia el deseo?
¿Quién las escribe
sino almas en pena, como frases incompletas?
¿Dónde resuenan sino entre espejos?
No lo sé, no quiero saberlo.
Prefiero el sacrosanto sabor de la pregunta
retumbando como la última nota de una fuga
entre las paredes de una catedral de gelatina
al juicio, a los golpes de martillo de la respuesta
destrozando de quien la compra cada uno
de sus sentidos, de sus motores oníricos.

