MozartÜbelkeit

A Thomas Bernhard

De entre los Alpes desciende la sangre azul turquesa
que en el valle desmorona la ciudad
ahogando a sus habitantes.
Por callejones andan, patalean pesadez,
sonríen con la gracia de un fósil;
camuflaje de lenguado sobre arenas de normalidad;
tímpanos encerados incluso ante la escasez de sirenas.
Míralos allá sonreirle al espectro del rey.
Escúchalos sumergidos intentando escupirle al vasallo.
Como si fuesen flores, siéntelos
deleitarse con el aroma de embutido y mierda de caballo.
Pero hay unos cuantos privilegiados
navegando sobre su absurdo a quienes ellos
miran como una mancha
amorfa, inofensiva, muda,
que pasa sobre su cabeza hasta perderse en el horizonte.
Tenías razón, hay condiciones, padecimientos, letales
casi irreversibles
para los cuales no existe diagnóstico
impreso y el único médico es uno mismo.
Tendré que sacarme una muestra de palabra pues
temo estar infectado y
no quiero morir ahogado en una presa de verborrea.