Ficción Primera, festival en corto

A Henri Bergson, porque la serpiente tiene dos colas y una sola boca.

Si todo el tiempo creo que me odian, ¿por qué no deja de importarme?

No puedo dedicarle muchas horas, mi labor consiste en concertar el festival, y, más allá del protocolo, me veo obligado a invitarlos a todos.

Mando cada una de las invitaciones con el rótulo indicado, así como el mapa de nuestro punto de encuentro al dorso, trazados ambos en boutique de prestigio. Papel, del fino. El escudo de armas –insignia cuya metáfora, "Los Que nos Nombramos por Éste Apellido", se asemeja más a una telenovela que a un animal del bosque–, va impreso sobre el sobre. Y es una pena.

Me voy y creo que esta cabaña que abandono será mi cenotafio. Haré un video con fotos fijas sobre ello, utilizando mi memoria como plataforma de edición. Desmontaré los cuadros y los pondré de nuevo. Vaciaré los estantes para consultar un libro a la distancia. Reanudaré mis pláticas, y reaparecerán los cuerpos. Sucederá lo fijado tras mis párpados. Cinemática será la ilusión, cinematográfico el sueño.