"...el hombre prosigue negro sobre blanco" S. Mallarmé.
Recelo ante la imagen que el espejo ofrece de nosotros mismos. Decadencia. No hace falta percibir brotes de putrefacción sobre la piel de un tercero, al borracho golpeando a su compañero de aliento por el acento en el que resuenan sus borborigmos, tampoco a las adolescentes convertir a las jóvenes en abuelas; no precisamos nada sino la capacidad de contemplar nuestra desnudez, las manos expuestas a la intemperie sosteniendo un miembro del parlamento, los pies corroídos por el paso del viento, el sexo germinando entre cortinas de culpa seduciendo a un rosario, la capota de nuestros más íntimos deseos perforada por la lluvia ácida de los distintos rezos motorizados a los cuales recurrimos diariamente. Basta uno mismo y un instrumento de reflexión para saber, sin cuestión ni contraataque, que el proceso evolutivo, en última instancia, más allá de las pretensiones intermedias, tiende a la destrucción.

