Burgo de Sal

Desde la cumbre de una roca, como luciérnaga atarantada, parpadea la historia. Sobre la superficie del río rastros de su doble son quebrados por la corriente. Entre ambos, la luz y su espejo, se interponen las sombras de los transeúntes: entonces sobre el rostro el fuego y la silueta que nombra al agua. Dura dos, quizá tres segundos, y rufo regresa el reflejo sobre el afluente.